06. El Contentamiento, La protección de Dios contra el pecado


06. El Contentamiento La protección de Dios contra el pecado

Oración

Jesucristo Señor nuestro, por favor ayúdanos a comprender este tema, que es de suma importancia para nuestro entendimiento y para que podamos compartirlo con hermanos que se congregan en iglesias con problemas doctrinales. Ayúdanos a poner nuestra atención en la Verdad y no permitas que nos distraigamos con las vanidades de este mundo. Capacita al expositor y fortalécelo en sus debilidades y  permite que todos entendamos con claridad lo que nos quieres decir hoy a través de tu Palabra.

Introducción

Todos hemos oído hablar de la “Teología de la prosperidad” y de como los falsos maestros han engañado a muchos con la promesa de riquezas de parte de Dios para todos los que “pacten con El”… pero también es conveniente recordar que esto puede ser una reacción a la “teología de la pobreza” que por muchos años fue enseñada por la religión tradicional.

Como son dos extremos de un mismo tema, trataremos de llegar cerca del justo medio. 

Para empezar debemos recordar la definición de Cosmovisión o "visión del mundo”: Es una imagen o figura general de la existencia, realidad o mundo que una persona, sociedad o cultura se forman en una época determinada. Wikipedia.

Es necesario que retornemos, entonces, a una cosmovisión bíblica, a una perspectiva de este asunto desde la palabra de Dios y dejemos a un lado, estas "nuevas doctrinas", más consecuentes con la postmodernidad que vivimos que con la propia Biblia, pero para empezar, debemos entender lo que estas “nuevas doctrinas” traen.

Como vimos en la clase anterior  Un fiel mayordomo debe conocer su campo de trabajo” (Mayordomía y Postmodernidad), la postmodernidad ha manchado todas las esferas de la vida del hombre actual, inclusive a la iglesia, esa mancha solo se limpia con un claro entendimiento de la Palabra de Dios. 

“Ya vosotros estáis limpios por la palabra que os he hablado.” 
Juan 15:3

Comprobemos lo que dice la Verdad bíblica.

La recompensa eterna

Lamentablemente, cada vez son menos los creyentes que comprenden el concepto de recompensa eterna, aunque Jesucristo lo explicó en su enseñanza del Rico y Lázaro, en Lucas 16:19-3, que nuestra posición en el reino de Dios “será inversamente proporcional a la manera en que nos gratifiquemos en esta vida” (Los Negocios y la Biblia, por Larry Burkett, 1996).

El hecho de que pocos entiendan esto, ha generado un desequilibrio en este tema poniendo dos visiones o teologías en puntos opuestos: La teología de la pobreza vs. La teología de la prosperidad.

Aunque llamadas así, es importante anotar que la palabra teología significa conocimiento acerca de Dios. Por esta razón, usaremos mejor el término de doctrina de la pobreza y doctrina de la prosperidad.

Doctrina: Conjunto de ideas, enseñanzas o principios básicos defendidos por un movimiento religioso, ideológico, político, etc.

1. Una mirada a la doctrina de la pobreza

Durante mucho tiempo se predicó lo que hemos conocido como doctrina de la pobreza. En Latinoamérica, especialmente, esta cosmovisión en el área de las finanzas ha estado muy arraigada. Estas ideas están fundamentadas en que para seguir a Jesús, un creyente debe prescindir de todo lo material y vivir en la pobreza, basado en el argumento erróneo de que Jesús era pobre y que, por lo tanto, los cristianos deben ser miserables.

Esto se nota claramente en los votos de pobreza que hacen algunos religiosos. 

Los votos son las promesas que distinguen a un religioso de un seglar dentro de la Iglesia católica.​ Mediante ellos se pretende acceder a la salvación a través de la renuncia de placeres terrenales. Los votos son tres: pobreza, obediencia y castidad. de esta manera los religiosos pretender imitar la vida de Jesucristo. Wikipedia

3 Bienaventurados los pobres en espíritu, porque de ellos es el reino de los cielos. 
Mateo 5:3

Pero ellos se confunden al interpretar las bienaventuranzas, ya que este verso no se refiere a los pobres materialmente hablando, sino a aquellos que estaban muertos espiritualmente, carentes y necesitados del Espíritu de Dios y han venido a vida eterna por la obra de Jesucristo, no de la pobreza material como requisito para entrar al cielo.

¿Que es la pobreza?

Pobreza es: Falta, necesidad, que no se tiene lo necesario para vivir. 

También podemos decir que la pobreza o miseria pueden identificarse como un yugo susceptible de ser transmitido de generación en generación cuando se enseña y se exalta esta condición, pues hay personas que consideran la pobreza como su gran patrimonio y piensan que su nivel de espiritualidad aumenta si son pobres. Incluso, han catalogado a los ricos como malos y a los pobres como buenos.

Los que viven en esta forma de pensar se escudan en la pobreza o miseria para vivir amargados y le transmiten a sus descendientes la idea de que son pobres, que ese es su destino y que no hay nada que hacer al respecto, generando una red de mentiras que ciegan a las personas y las mantienen bajo este yugo, tanto en el ámbito personal como cultural.

La miseria, o pobreza total, se ha convertido en un asunto polémico, puesto que muchos líderes espirituales han considerado la pobreza como una maldición, pero eso no es así, pues:

7Jehová empobrece, y él enriquece; abate, y enaltece”.
1 Samuel 2:7

Aunque Dios creó un mundo de abundancia y bendición, es cierto que en Deuteronomio 28, la Palabra dice que la pobreza o miseria vienen como maldición, es decir, como consecuencia de la desobediencia a los estatutos divinos y que el hombre las incorporó a su vida a causa de su rebelión contra el Creador luego de la Caída. 

¿Cuales son nuestras necesidades reales?


Debemos aclarar que pobreza o miseria es algo diferente a la escasez, que significa “poca cantidad de una cosa”. Este último término, tiene que ver con circunstancias en las que no hay abundancia, pero sí lo necesario para sobrevivir, de manera que las necesidades básicas para vivir, que según la Biblia son alimento y abrigo, están cubiertas, pues al leer Mateo 6:25-34, observamos la promesa de Dios de suplir estas necesidades a sus hijos. Él nos exhorta:

31No os afanéis, pues, diciendo: ¿Qué comeremos, o qué beberemos, o qué vestiremos? 32Porque los gentiles buscan todas estas cosas; pero vuestro Padre celestial sabe que tenéis necesidad de todas estas cosas”.
Mateo 6:31-32

Tenemos que creer en esta promesa de Dios de suplirnos lo básico y confiar en su Soberanía para darnos más, si fuere su voluntad. Así que, según la Biblia, no podemos llamar pobre a alguien que tiene estas dos necesidades básicas en su vida, cubiertas por la fidelidad de Dios.

Si se tienen sólo estas dos cosas básicas, podríamos hablar de escasez, y estar contentos con lo que Dios nos da, así sea lo mínimo para la supervivencia.

6Pero gran ganancia es la piedad acompañada de contentamiento;
7porque nada hemos traído a este mundo, y sin duda nada podremos sacar. 8Así que, teniendo sustento y abrigo, estemos contentos con esto”. 1 Timoteo 6:6-8

No deberá haber pobres. Dt. 15:4

Al respecto, en Deuteronomio 15:4-10, Dios le dice a su pueblo Israel que entre ellos no debe haber pobres (pobreza literal) y esto se puede aplicar a la Iglesia de Cristo, que hoy es el pueblo de Dios. Usted debe observar claramente que no dice “no habrá” o “no existirán” pobres, sino que dice que “no deberá haber” pobres.

4Entre ustedes no deberá haber pobres, porque el Señor tu Dios te colmará de bendiciones en la tierra que él mismo te da para que la poseas como herencia. 5Y así será, siempre y cuando obedezcas al Señor tu Dios y cumplas fielmente todos estos mandamientos que hoy te ordeno”. Deuteronomio 15:4-5 [NVI]

¿Se ha preguntado que quiso decir Dios en este pasaje? Dios promete a Israel que si obedecían sus mandatos, les daría bendición. ¿Qué les mandaba? Fidelidad y Amor.

Primeramente Fidelidad, en el sentido de que sus hijos (su pueblo) debemos ser fieles administradores en excelencia de lo que Dios nos ha encargado y esto implica haber salido de las conductas en contra de la mayordomía bíblica y ser obedientes, ordenados y fieles en el manejo de las finanzas, sean pocas o muchas.

Y, en segundo lugar Amor, que nuestra hermandad tiene que ser tal, que si alguno de nuestros hermanos en Cristo está en dificultades, estamos en la obligación de ayudarlo como hicieron los hermanos de la iglesia primitiva de Jerusalén, no de un modo socialista como algunos han interpretado, sino sabiendo que todo pertenece a Dios y que nuestros recursos deben estar disponibles para los más necesitados (Hechos 4:32-35) Y más tarde, cuando lo habían dado ya todo valientemente, el apóstol Pablo y otros comenzaron a verlos, no como aquellos que podían seguir dando, sino como aquellos quienes necesitaban de modo urgente la ayuda de otros creyentes” (MacArthur, 2005, 88). (1 Corintios 16:3)

Si había fidelidad y amor, el resultado sería que no habría necesitados, es decir, por tales razones no “deberán haber pobres” y menos en el pueblo de Dios, pero por su corazón endurecido y desobediente, los habían, los hay hoy y siempre los habrá (Salmos 9:9 y Proverbios 22:2). 

El Señor insiste en que seamos generosos para cubrir las necesidades básicas de nuestros hermanos y podamos ser usados en las manos de Dios para cumplir su promesa. (Deuteronomio 15:7-10, 11; Mateo 26:11a, Marcos 14:7)

Aunque lo anterior es una realidad, la Biblia nunca exalta la pobreza como una virtud o algo agradable a Dios. Por esta razón, la doctrina de la pobreza no tiene fundamentos bíblicos.

Los defensores de esta doctrina enseñan que una persona rica no puede entrar al reino de los cielos por ser rica y justifican esta idea al citar el pasaje del hombre rico en Mateo 19:23-24; Mateo 5:3 y Lucas 18:18-30, pero a la verdad para Dios no hay nada imposible y salva a quien quiere.

Estos pasajes han sido malinterpretados y sacados fuera de contexto, pues Jesús apuntaba a una conducta específica del hombre a causa de su naturaleza caída, que era su apego o amor a sus bienes y lo difícil que es para un amador de las riquezas, entrar en el reino de Dios.

Y en verdad, cuando el dinero se convierte en nuestro dueño, nuestra meta, nuestro dios o nuestro objeto de amor, estamos condenados a ser infelices porque nunca tendremos lo suficiente ni estaremos satisfechos, puesto que el dinero jamás sacia a nadie y es una locura pensar que el dinero produce felicidad, dado que cuanto más se tiene, más se gasta, hasta el límite de los ingresos [Eclesíastes 5:10-12].

Así que el problema es el amor al dinero, no el dinero en sí. El hecho de entender esto, derriba el argumento establecido en el Medioevo, junto con los votos de pobreza y el ascetismo, como requisito para heredar el Reino de los cielos.

Los que tenemos una vida cimentada en Cristo debemos conocer bien lo que dicen las Sagradas Escrituras en cuanto a este tema y ponerlo en práctica.

2. ¿Que pretende realmente la doctrina de la prosperidad?


Por otro lado, están los que predican una doctrina de la prosperidad con este mensaje: “Bienestar, riqueza y éxito seguro para aquellos que entregan su vida al Señor”. 

Con el inmediatismo de los medios de comunicación, este mensaje se ha difundido por todo el mundo con gran rapidez. Vemos a muchos líderes impartiendo un sinnúmero de bendiciones financieras que Dios no ha prometido en su Palabra.

El reconocido teólogo africano Kwabena Asamoah define la doctrina de la prosperidad como “la predicación, la interpretación, la enseñanza de la Palabra de Dios y el Evangelio de Jesucristo nuestro Señor de una manera egoísta que pone su énfasis en el consumismo para sugerir que la posesión de cosas materiales y de la riqueza son los indicadores necesarios del cristianismo en general, y la aprobación de Dios” (www.cristianos.com).

El mensaje de la prosperidad pone al hombre como el centro del Evangelio y de todo, es decir, es antropocentrista, mientras que el verdadero Evangelio tiene como centro al Señor Jesucristo.

Yo deseo que seas prosperado…

Los promotores de la doctrina de la prosperidad se basan en el pasaje del apóstol Juan que le dice a su discípulo: “Amado, yo deseo que tú seas prosperado en todas las cosas, y que tengas salud, así como prospera tu alma” (3 Juan 2), en el cual debemos analizar, en primer lugar, que significa “así como prospera tu alma”.

Dios se deleita en la prosperidad de sus hijos, pero no podemos circunscribir esta prosperidad sólo al ámbito material o del dinero. Además, debemos observar que existe una conexión vital en este pasaje, entre el alma y la prosperidad.

Las Escrituras dicen que el alma (encontrado en la Biblia también como corazón o espíritu) es parte del hombre, la cual está formada a su vez, por pensamientos, sentimientos, voluntad e intelecto. Desde el punto de vista de Dios, prosperar en el alma es que toda ella esté bajo la dirección del Espíritu Santo, es decir, alineada a la palabra de Dios, o sea que nuestra manera de pensar, sentir y actuar esté cada vez más en sintonía con nuestro Creador y su propósito para cada uno. Esta prosperidad está ligada a los principios bíblicos:

8Nunca se apartará de tu boca este libro de la ley,  sino que de día y de noche meditarás en él, para que guardes y hagas conforme a todo lo que en él está escrito; porque entonces harás prosperar tu camino, y todo te saldrá bien”. 
Josué 1:8

Y, en segundo lugar, respecto a 3 Juan 2, lo que en realidad significa la palabra prosperidad desde una perspectiva bíblica. 

La prosperidad puede ser definida como la suficiencia de provisión de Dios para llevar a cabo sus instrucciones. Él quiere prosperarnos y darnos en abundancia para toda buena obra para propósitos específicos del Reino” (Bienes, Riquezas y Dinero. Hill y Pitts, 2001).

“La prosperidad no es ajena a la Escritura. Dios ha prometido bendecir a su pueblo. Pero el evangelio de la prosperidad distorsiona la bendición al darle el sentido de sólo bendición material”, explica Asamoah (www.cristianos.com).

“Al Señor le preocupan sus necesidades materiales y [promete suplirlas]… Él no ignora su trabajo industrioso, el ahorro, ni la sabia inversión, pero Él si rechaza aberraciones como el evangelio de la prosperidad y los métodos humanos basados en la acumulación y el acaparamiento” (MacArthur, 2005, 156).

Continuando con la idea de John MacArthur, él explica que esta enseñanza promueve que Dios quiere que todos sus seguidores sean ricos y reciban de la vida todo lo mejor. Los falsos maestros de esta doctrina alegan ser capaces de enseñar a las personas (generalmente por mucha remuneración) cómo sintonizarse con la longitud de onda espiritual adecuada o cómo “activar el poder de Dios”, de modo que les entregue todo el dinero y los bienes que se puedan imaginar para satisfacer cada uno de los placeres personales. Esto es claramente una total distorsión de la imagen de Dios y una profunda falta de comprensión de su Soberanía y Majestad

3 Pedís, y no recibís, porque pedís mal, para gastar en vuestros deleites
Santiago 4:3.

“…ser financieramente prósperos no es algo incorrecto. Pero para que esté en el orden correcto y con la bendición de Dios, esa prosperidad debe ser el resultado de haber sido un administrador fiel, aplicando los principios que Dios establece en su Palabra y poniendo a Dios siempre primero en nuestras vidas. Nunca podemos hacer la voluntad de Dios violando la Palabra de Dios” (Su dinero cuenta. Howard Dayton, 2005).

Los falsos pastores de la prosperidad

Conocer lo que dicen las Escrituras acerca de estas dos posturas, debe llevarnos a discernir entre dos clases de líderes espirituales. Por un lado, encontraremos aquellos pastores del Señor que cuidan con esmero y apacientan sus ovejas con amor, entrega y sacrificio, es decir, imitando a Cristo con su testimonio.

Por el otro lado, encontramos a los pastores similares a los que se describen en Ezequiel 34. Son aquellos pastores de la prosperidad que esquilan las ovejas para beneficio propio y para los cuales el ministerio es más un negocio que un servicio al Señor. Estos se apacientan a si mismos, mientras las ovejas sufren y se descarrían sin un pastor que se encargue de ellas como Dios lo ha mandado.

Larry Burkett dice en su libro Los negocios y la Biblia:

“Los líderes cristianos que están [dirigiendo una congregación], al frente de ministerios cristianos o en negocios, parecen esforzarse demasiado por demostrar lo ricos que son con la ayuda de Dios, pero no encuentro casi ninguna persona no creyente que se quede bien impresionada por el argumento de la riqueza ni del éxito. Han visto demasiada riqueza entre hombres del mundo como para saber que no sólo las personas de vida recta acumulan dinero… Lo que sí impresiona, tanto a los creyentes como a los que no lo son, es la vida de esos pocos individuos que aprendieron a controlar su estilo de vida y emplean la abundancia que reciben de Dios para ayudar a otros y para extender la palabra de Dios”

Debemos tener una postura financiera equilibrada con base en la palabra de Dios sin exaltar en ningún momento la doctrina de la prosperidad, ni la doctrina de la pobreza, ambos extremos inadecuados, pues la Biblia propone un balance en la vida financiera de toda persona.

3. Doctrina del contentamiento 

La perspectiva bíblica es una doctrina del contentamiento, esta es diferente a la resignación y la inactividad que trae pobreza y también distinta a la avaricia e interés exagerado en las cosas materiales en busca de prosperidad.

Dios no condena el deseo de mejorar nuestra situación material, ni condena el derecho a la propiedad privada (Hechos 5:4)… pero las Escrituras no ponen peso alguno sobre lo material como medida de fe o espiritualidad. De hecho, Cristo mismo dejó bien claro que lo material no determina lo espiritual y viceversa (Lucas 12:15)

Por el contrario, el Señor nos insta a vivir en contentamiento con lo que Él nos da:

7porque nada hemos traído a este mundo, y sin duda nada podremos sacar 8Así que, teniendo sustento y abrigo, estemos contentos con esto”. 
1 Timoteo 6:7-8

El reconocido teólogo J.C. Ryle escribió: 

“Uno de los grandes secretos de la felicidad en esta vida es tener un espíritu paciente y contento con lo que se posee”

El equilibrio en el plan de Dios, está claramente definido en las Escrituras:

14sino para que en este tiempo, con igualdad,  la abundancia vuestra supla la escasez de ellos,  para que también la abundancia de ellos supla la necesidad vuestra,  para que haya igualdad, 15como está escrito: El que recogió mucho, no tuvo más, y el que poco, no tuvo menos”. 
2 Corintios 8:14-15

Pablo entendió muy bien el equilibrio respecto a estas dos posturas (doctrina de la pobreza y de la prosperidad) cuando dijo que él estaba en contentamiento tanto en la abundancia como en la escasez y, a pesar de terminar sus días en la cárcel a causa de la predicación del evangelio de Cristo, lo podemos considerar como un hombre próspero, pues tuvo siempre lo necesario para cumplir el propósito de Dios con su vida y así lo hizo.

11No lo digo porque tenga escasez, pues he aprendido a contentarme, cualquiera que sea mi situación. 12Sé vivir humildemente, y sé tener abundancia;  en todo y por todo estoy enseñado, así para estar saciado como para tener hambre, así para tener abundancia como para padecer necesidad. 13Todo lo puedo en Cristo que me fortalece”. 
Filipenses 4:11-13

Tampoco podemos rechazar la prosperidad por temor a la idolatría, pues eso es ser desagradecido con Dios. Y mucho menos debemos buscar la prosperidad sin temor a la idolatría, pues terminaremos ridiculizando al Dios que nos da la habilidad de crear riqueza.(Deuteronomio 8:18; Proverbios 10:22)

Y como dice Voddie Bauchman en su libro Patrimonio espiritual, “… Israel hubiera estado igual de equivocado al rechazar el regalo de Dios de la Tierra prometida, como lo hubiera estado al adorar el regalo más que al Dador…” ¿Como podemos superar esa tensión entre la doctrina de la pobreza y la doctrina de la prosperidad? Entendiendo y viviendo la doctrina del contentamiento.

Bien haríamos en imitar a los puritanos, que aunque eran opuestos al lujo y a las extravagancias, de ninguna manera tuvieron un estilo de vida asceta, es decir austero y de renuncia a placeres materiales, que los condujera a la perfección moral y espiritual.  Más bien, “el genio de los puritanos consistió en tener una vista bien aguda para los asuntos relacionados con el dinero... [pues] el criterio ético de los puritanos no estaba reglamentado por la cantidad de dinero que una persona pudiera obtener, sino por la cantidad de dinero que un hombre gastaba en él mismo. El ideal que los puritanos procuraron vivir fue conocido como la moderación o temperancia, catalogado por algunos como una especie de “regla de oro”... [y] tuvieron razón al basarse en la “ética de la gracia”, pues sus escritos están llenos de la idea de que la prosperidad es solamente un don de Dios, hecho por el cual nadie debería gloriarse ni recibir la alabanza del mundo, ni siquiera entre los hermanos de la Iglesia” (Mario Cely Q.).

Tal vez entender esta doctrina bíblica del contentamiento en la Gracia de Dios, nos permita elevar la misma oración del puritano Samuel Hieron (1576 - 1617 Inglaterra)

“Oh, no dejes que mis ojos sean deslumbrados,  ni que mi corazón sea hechizado con la gloria y la dulzura de los placeres terrenales… Dirige mi afecto al amor de aquellas perdurables riquezas y a aquel fruto de la sabiduría celestial, la cual es mejor que el oro y que todos los beneficios que puede prodigar la plata. Te pido que mi principal cuidado sea tener un alma enriquecida y alimentada con tu gracia”

Dios no ha prometido en su Palabra que nos hará ricos a todos, ni que tampoco tenemos que ser pobres para ser salvos, sino que nos dará conforme a su propósito para que cada uno pueda llevarlo a cabo. Nuestra mente y todo nuestro ser deben estar enfocados en Dios y su propósito para cada uno con el fin de vivir una mayordomía bíblica. Si aceptamos “la verdad que expresa la palabra de Dios de que tan sólo somos administradores [mayordomos] de sus recursos, la tarea de determinar cuánto nos basta es mucho más simple. Como Dios es dueño de todo y todo se recicla de generación en generación, es cuestión de determinar cuánto necesitamos esforzarnos para llevar a cabo la obra que Dios nos ha asignado durante nuestra vida” (Los negocios y la Biblia, Larry Burkett, 1996).

Podemos estar confiados en el amor de Dios para cubrir nuestras necesidades; en su buen plan para nuestra vida y en su provisión y prosperidad para llevarlo a cabo, y no en la gratificación o indulgencia personal y temporal inducida por el materialismo de este mundo.

Sólo hasta que ese conocimiento a través del Espíritu Santo y mediante la práctica real y vívida, baje a nuestro corazón, lograremos encender y hacerlo realidad en nuestras vidas, como lo expresa el versículo insignia de Tesoros en el cielo. Mayordomía bíblica:

33Mas buscad primeramente el reino de Dios y su justicia,
y todas estas cosas os serán añadidas”.
Mateo 6:33

Esto es todo lo que debemos pensar cuando nos hablan de prosperidad: ¡Todo proviene de Dios para cumplir su propósito de llevarnos a su Reino!

27... No puede el hombre recibir nada, si no le fuere dado del cielo”.
Juan 3:27

17Toda buena dádiva y todo don perfecto descienden de lo alto,
del Padre de las luces, en el cual no hay mudanza, ni sombra de variación”.
Santiago 1:17

La doctrina del contentamiento es claramente la postura bíblica. El libro de Eclesiastés, es pródigo en ejemplos sobre el contentamiento y, aunque Salomón, su autor, usó un lenguaje a veces fatalista, muy común entre las culturas orientales de la época para exponer las vanidades de la vida, al final del libro, él establece el equilibrio, 

13 El fin de todo el discurso oído es este: Teme a Dios, y guarda sus mandamientos; porque esto es el todo del hombre…” 
Eclesiastés 12:13

Ese equilibrio que sólo ofrece el cristianismo porque, lejos de ser una cosmovisión de sombrío fatalismo y determinista, ofrece una esperanza, un sentido y un propósito que ninguna religión puede ofrecer cuando entendemos la intrínseca relación entre la Soberanía de Dios y la Responsabilidad del hombre.

El contentamiento es la protección de Dios contra el pecado

Más bien, al entender esto, el contentamiento se convierte en la protección de Dios contra el pecado, especialmente contra el prójimo. Si estamos en contentamiento podremos aceptar y honrar los padres que Dios nos dio, no desearemos acabar con la vida de otro, no cometeremos adulterio, no robaremos, ni codiciaremos cosa alguna…

Pero, cuando tenemos una perspectiva errada de las finanzas y la mayordomía bíblica, persistimos en conductas que la Palabra tilda claramente como pecaminosas delante de Dios porque ¿qué es lo que causa tentación, lazo, codicias necias y dañosas, ruina, perdición, extravío de la fe y muchos dolores? ¿El dinero? No, el amor al dinero (Filarguría).

Pablo es claro en esta amonestación:

9Porque los que quieren enriquecerse caen en tentación y lazo, y en muchas codicias necias y dañosas, que hunden a los hombres en destrucción y perdición; 10porque raíz de todos los males es el amor al dinero, el cual codiciando algunos, se extraviaron de la fe, y fueron traspasados de muchos dolores”. 
1 Timoteo 6:9-10

“Pablo escribió eso como parte de una serie de instrucciones a los líderes de la Iglesia y específicamente para amonestar contra una característica de los falsos maestros. Los verdaderos líderes y maestros deben evitar la avaricia de los falsos maestros, al igual que todos los creyentes” (MacArthur, 2005).

Para terminar leamos el Salmo 23, escrito por uno de los hombres más prósperos de la historia de la humanidad: el Rey David.

Salmos 23 
Reina-Valera 1960 (RVR1960)
Jehová es mi pastor
Salmo de David.

1  Jehová es mi pastor; nada me faltará.

2 En lugares de delicados pastos me hará descansar;
Junto a aguas de reposo me pastoreará.

3 Confortará mi alma;
Me guiará por sendas de justicia por amor de su nombre.

4 Aunque ande en valle de sombra de muerte,
No temeré mal alguno, porque tú estarás conmigo;
Tu vara y tu cayado me infundirán aliento.

5 Aderezas mesa delante de mí en presencia de mis angustiadores;
Unges mi cabeza con aceite; mi copa está rebosando.

6 Ciertamente el bien y la misericordia me seguirán todos los días de mi vida,
Y en la casa de Jehová moraré por largos días.

Esta es la verdadera prosperidad, estar por siempre al lado de nuestro Señor, un fiel mayordomo no necesita nada más.

Fin.



Comentarios

Entradas más populares de este blog

01. Qué Dice la Biblia Acerca de la Mayordomía y las Finanzas

11. Como detectar la codicia y la avaricia?