08. Doctrina de la prosperidad




08. Teología de la prosperidad vs. Teología de la pobreza (Segunda parte)


Doctrina2 de la prosperidad


Hoy que existe abundancia de “profetas de la prosperidad” los que tenemos una vida cimentada en Cristo debemos conocer lo que dicen las Sagradas Escrituras en cuanto a este tema y ponerlo en práctica, no solo para no caer en esas prácticas engañosas, sino para advertir a otros hermanos del peligro de unirse a esos grupos donde se predica solamente la prosperidad y cuyo dios es el dinero y el amor a sí mismos.

Lo opuesto a la doctrina de la pobreza (ver articulo anterior) es la doctrina de la prosperidad, la cual es predicada con este mensaje: “Bienestar, riqueza y éxito seguro para aquellos que entregan su vida al Señor”. Con el inmediatismo de los medios de comunicación, este mensaje se ha difundido por todo el mundo con gran rapidez. Vemos a muchos líderes impartiendo un sinnúmero de bendiciones financieras que Dios no ha prometido en su Palabra.

El reconocido teólogo africano Kwabena Asamoah3 define la doctrina de la prosperidad como “la predicación, la interpretación, la enseñanza de la Palabra de Dios y el Evangelio de Jesucristo nuestro Señor de una manera egoísta que pone su énfasis en el consumismo para sugerir que la posesión de cosas materiales y de la riqueza son los indicadores necesarios del cristianismo en general, y la aprobación de Dios” (www.cristianos.com).

La prosperidad, una doctrina antropocentrista


El mensaje de la prosperidad pone al hombre como el centro del Evangelio y de todo, es decir, es antropocentrista, mientras que el verdadero Evangelio tiene como centro al Señor Jesucristo.

Los promotores de la doctrina de la prosperidad se basan en el pasaje del apóstol Juan que le dice a su discípulo: “Amado, yo deseo que tú seas prosperado en todas las cosas, y que tengas salud, así como prospera tu alma” (3 Juan 2), en el cual debemos analizar, en primer lugar, que significa “así como prospera tu alma”.

Es cierto que Dios se deleita en la prosperidad de sus hijos, pero no podemos circunscribir esta prosperidad sólo al ámbito material o del dinero. Además, debemos observar que existe una conexión vital en este pasaje, entre el alma y la prosperidad.

Las Escrituras dicen que el alma (encontrado en la Biblia también como corazón o espíritu) es parte del hombre, la cual está formada a su vez, por pensamientos, sentimientos, voluntad e intelecto. Desde el punto de vista de Dios, prosperar en el alma es que toda ella esté bajo la dirección del Espíritu Santo, es decir, alineada a la palabra de Dios, o sea que nuestra manera de pensar, sentir y actuar esté cada vez más en sintonía con nuestro Creador y su propósito para cada uno. Esta prosperidad está ligada a los principios bíblicos:


8Nunca se apartará de tu boca este libro de la ley, 
sino que de día y de noche meditarás en él,
para que guardes y hagas conforme a todo lo que en él está escrito;
porque entonces harás prosperar tu camino, y todo te saldrá bien”.
Josué 1:8

Y, en segundo lugar, respecto a 3 Juan 2, lo que en realidad significa la palabra prosperidad desde una perspectiva bíblica. “La prosperidad puede ser definida como la suficiencia de provisión de Dios para llevar a cabo sus instrucciones. Él quiere prosperarnos y darnos en abundancia para toda buena obra para propósitos específicos del Reino” Tomado de: Bienes, Riquezas y Dinero. Hill y Pitts, 2001, p95.

“La prosperidad no es ajena a la Escritura. Dios ha prometido bendecir a su pueblo. Pero el evangelio de la prosperidad distorsiona la bendición al darle el sentido de sólo bendición material”, explica Asamoah (www.cristianos.com).

“Al Señor le preocupan sus necesidades materiales y [promete suplirlas]… Él no ignora su trabajo industrioso, el ahorro, ni la sabia inversión, pero Él si rechaza aberraciones como el evangelio de la prosperidad y los métodos humanos basados en la acumulación y el acaparamiento” John MacArthur.

Continuando con la idea de John MacArthur, él explica que esta enseñanza promueve que Dios quiere que todos sus seguidores sean ricos y reciban de la vida todo lo mejor. Los abogados de esta doctrina alegan ser capaces de enseñar a las personas (generalmente por mucha remuneración) cómo sintonizarse con la longitud de onda espiritual adecuada o cómo “activar el poder de Dios”, de modo que les entregue todo el dinero y los bienes que se puedan imaginar para satisfacer cada uno de los placeres personales. Esto es claramente una total distorsión de la imagen de Dios y una profunda falta de comprensión de su Soberanía y Majestad (Santiago 4:3).

“…ser financieramente prósperos no es algo incorrecto. Pero para que esté en el orden correcto y con la bendición de Dios, esa prosperidad debe ser el resultado de haber sido un administrador fiel, aplicando los principios que Dios establece en su Palabra y poniendo a Dios siempre primero en nuestras vidas. Nunca podemos hacer la voluntad de Dios violando la Palabra de Dios” Tomado de: Su Dinero Cuenta de Howard Dayton p199.

Conocer lo que dicen las Escrituras acerca de estas dos posturas, debe llevarnos a discernir entre dos clases de líderes espirituales. Por un lado, encontraremos aquellos pastores del Señor que cuidan con esmero y apacientan sus ovejas con amor, entrega y sacrificio, es decir, imitando a Cristo con su testimonio.

Por el otro lado, encontramos a los pastores similares a los que se describen en Ezequiel 34. Son aquellos pastores de la prosperidad que esquilan las ovejas para beneficio propio y para los cuales el ministerio es más un negocio que un servicio al Señor. Estos se apacientan a si mismos, mientras las ovejas sufren y se descarrían sin un pastor que se encargue de ellas como Dios lo ha mandado.


Profecía contra los pastores de Israel


1  Vino a mí palabra de Jehová, diciendo:
2 Hijo de hombre, profetiza contra los pastores de Israel; profetiza, y di a los pastores: Así ha dicho Jehová el Señor: !!Ay de los pastores de Israel, que se apacientan a sí mismos! ¿No apacientan los pastores a los rebaños? 
3 Coméis la grosura, y os vestís de la lana; la engordada degolláis, mas no apacentáis a las ovejas. 
4 No fortalecisteis las débiles, ni curasteis la enferma; no vendasteis la perniquebrada, no volvisteis al redil la descarriada, ni buscasteis la perdida, sino que os habéis enseñoreado de ellas con dureza y con violencia. 
5 Y andan errantes por falta de pastor, y son presa de todas las fieras del campo, y se han dispersado. 
6 Anduvieron perdidas mis ovejas por todos los montes, y en todo collado alto; y en toda la faz de la tierra fueron esparcidas mis ovejas, y no hubo quien las buscase, ni quien preguntase por ellas. 
7 Por tanto, pastores, oíd palabra de Jehová: 
8 Vivo yo, ha dicho Jehová el Señor, que por cuanto mi rebaño fue para ser robado, y mis ovejas fueron para ser presa de todas las fieras del campo, sin pastor; ni mis pastores buscaron mis ovejas, sino que los pastores se apacentaron a sí mismos, y no apacentaron mis ovejas; 
9 por tanto, oh pastores, oíd palabra de Jehová. 
10 Así ha dicho Jehová el Señor: He aquí, yo estoy contra los pastores; y demandaré mis ovejas de su mano, y les haré dejar de apacentar las ovejas; ni los pastores se apacentarán más a sí mismos, pues yo libraré mis ovejas de sus bocas, y no les serán más por comida.

Ezequiel 34:1-10

Larry Burkett dice en su libro Los negocios y la Biblia:
“Los líderes cristianos que están [dirigiendo una congregación], al frente de ministerios cristianos o en negocios, parecen esforzarse demasiado por demostrar lo ricos que son con la ayuda de Dios, pero no encuentro casi ninguna persona no creyente que se quede bien impresionada por el argumento de la riqueza ni del éxito. Han visto demasiada riqueza entre hombres del mundo como para saber que no sólo las personas de vida recta acumulan dinero… Lo que sí impresiona, tanto a los creyentes como a los que no lo son, es la vida de esos pocos individuos que aprendieron a controlar su estilo de vida y emplean la abundancia que reciben de Dios para ayudar a otros y para extender la palabra de Dios”

Así, nuestro propósito es orientarlo en el área de las finanzas con base en la palabra de Dios y establecer una postura equilibrada, sin exaltar en ningún momento la doctrina de la prosperidad, ni la doctrina de la pobreza, ambos extremos inadecuados, pues la Biblia propone un balance en la vida financiera de toda persona.

En el próximo artículo, una doctrina con sólida base bíblica: 
La doctrina del Contentamiento.

Fin

Notas
2 Doctrina: Enseñanza.
3 ASAMOAH-Gyadu, Kwabena. PHD. Trinity Theological Seminary. Legon. Accra, Ghana.

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