12.1 La Fe que mueve montañas - 1º parte
12. La Fe que mueve montañas
“1Es, pues, la fe la certeza de lo que se espera,
la convicción de lo que no se ve”.
Hebreos 11:1
La primera característica de un buen mayordomo o administrador de las finanzas del reino de Dios aquí en la tierra es la fe en Dios, en el “Señor Todopoderoso”, el Dios de la Biblia, que hemos descrito en el primer capítulo. Nuestro entendimiento acerca de Dios y su Carácter, así como nuestra perspectiva o cosmovisión acerca de los bienes, riquezas y dinero, deben provenir de la palabra de Dios, es decir, debe estar basada en una fe bíblica. La fe es el contexto de la verdadera mayordomía.
Para entender esto, debemos primero comprender qué es la fe, según la Biblia.
12.1. ¿Que es la Fe?
En la Biblia, especialmente en el Nuevo Testamento, encontramos dos connotaciones teológicas de la palabra fe: La fe subjetiva y la fe objetiva.
En primer lugar, una fe subjetiva, que tiene que ver con lo expresado en el primer versículo de Hebreos 11 y los pasajes que se identifican con este concepto:
“1Es, pues, la fe la certeza de lo que se espera,
la convicción de lo que no se ve”.
Hebreos 11:1
Es decir, la fe es el encuentro de dos mundos: El espiritual y el físico. En el mundo espiritual, Dios pone la garantía, certeza o convicción en una persona, basado en su Decreto o propósito divino cuando ha dado la orden, el permiso o el mandato de realizar algo, incluso para responder a la oración o petición de sus hijos.
Pero antes de continuar, debemos aclarar que existe una fe que es para salvación, puesto que estamos muertos en nuestros delitos y pecados y no podemos procurarnos la fe necesaria para creer y ser salvos. Por lo tanto, la fe para salvación es un don completo otorgado exclusivamente por Dios. La fe de la que hablaremos es la fe que Dios desarrolla ya en los creyentes para santificación y avance hacia la madurez espiritual.
Hebreos 12:2 dice que “…Jesús, [es] el autor y consumador de la fe,…” porque es Él quien la empieza, la desarrolla y la lleva al culmen en la glorificación del creyente, pero del otro lado, en el mundo físico, la parte del hombre es creer y perseverar en mantener esa “esperanza” o “confianza” en algo que no se ve, o sea que la fe aquí es equivalente al verbo “esperar” y “confiar”; fe o confianza que el creyente ejercita a través de la palabra de Dios. En el capítulo 11 del libro de Hebreos, la palabra fe aparece 25 veces y la palabra Dios, 15 veces, así que la relación entre estas dos palabras nos da a entender, que la fe está sujeta a alguien y esa persona es nuestro Dios, el Señor Jesucristo.
El hombre no puede tener fe como un concepto completo, ni puede en sus fuerzas, procurarse esa convicción o certeza, puesto que este poder está restringido sólo a Dios. No hay tal fe poderosa que mueva o manipule la voluntad de Dios según nuestros caprichos, sino alguien poderoso, el Dios mismo, que responde a la oración o a la perseverancia en creer o esperar, según su voluntad o propósito para cada uno.
La fe es un don o regalo de Dios como se expresa en el capítulo 12 de 1 Corintios, referente a los dones espirituales otorgados por el Espíritu Santo. El versículo 9 dice: “a otro, [es dada la] fe por el mismo Espíritu” y en Gálatas 5:22, donde se expone la fe como un fruto del Espíritu.
Desde esta perspectiva, aunque en el nuevo nacimiento el Espíritu siembra la semilla de la fe que nos llevará a mirar a Cristo, ésta se desarrolla mediante un proceso basado en el conocimiento de la Palabra y el trato de Dios en nuestras vidas para transformarnos a través de los medios de Gracia. “Así que cada vez que memorizamos un versículo bíblico, escuchamos un sermón o participamos en un estudio bíblico, aumentamos nuestro conocimiento de Dios y agrandamos nuestro escudo de la fe” (Anderson1, 2006, 607).
También es importante aclarar que, por efecto de la sinécdoque2 o la metonimia3, la palabra fe es usada para hablar de la parte que le corresponde a Dios o de la que le atañe al hombre, usando el todo para referirse a la parte; así que debemos diferenciar bajo la dirección del Espíritu Santo y el contexto, en qué sentido es usada la palabra fe en todo escrito.
De hecho, pareciera que, cuando Jesús dice que si tuviéramos fe como un grano de mostaza, moveríamos montañas o trasladaríamos sicomoros (Mateo 17:20; 21:21 y Lucas 17:6), lo hiciera, dando a entender que si tuviéramos tal fe, incluyendo la parte que le corresponde a Dios, que es su poder, por nuestro remanente de pecado, haríamos cosas sin sentido. Sin embargo, ninguno de los hombres “de fe” mencionados en la Palabra, movió montañas o trasladó sicomoros.
Aún así, podríamos decir que esta fe es la que cree lo que Dios ha dicho en su Palabra.
En Hebreos 11, podemos ver cómo Dios fue desarrollando la fe de estos hombres a través de las situaciones que tuvieron que enfrentar, en la mayoría de las veces, durante larguísimos períodos de tiempo, para que sus testimonios quedaran registrados en la Biblia para edificación nuestra, a pesar de que ninguno de ellos pudo ver el cumplimiento de la promesa de Dios que esperaban y que los llevó a actuar agradando a Dios.
“39Y todos éstos, aunque alcanzaron buen testimonio mediante la fe,
no recibieron lo prometido;
40proveyendo Dios alguna cosa mejor para nosotros,
para que no fuesen ellos perfeccionados aparte de nosotros”.
Hebreos 11:39-40
La fe no hizo que Dios produjera lo que prometió en el tiempo de ellos, sino que hizo que estos hombres se mantuvieran fieles (fidelidad, otro sinónimo de fe) en creer y mantener la esperanza a la que fueron llamados y a perseverar en cumplir la voluntad de Dios. Esa fe los ayudó a sobrepasar las dificultades y sufrimientos, aún sin recibir lo que esperaban.
“36Otros experimentaron vituperios y azotes,
y a más de esto prisiones y cárceles.
37Fueron apedreados, aserrados, puestos a prueba,
muertos a filo de espada;
anduvieron de acá para allá cubiertos de pieles de ovejas y de cabras,
pobres, angustiados, maltratados;
38de los cuales el mundo no era digno; errando por los desiertos,
por los montes, por las cuevas y por las cavernas de la tierra.
39Y todos éstos, aunque alcanzaron buen testimonio mediante la fe,
no recibieron lo prometido;….”.
Hebreos 11:36-39
No sabemos cuál sea su situación, pero le animamos a perseverar en la esperanza a la cual ha sido llamado como lo hicieron los ilustres héroes de la fe que describiremos, cualquiera que sea la circunstancia en la que se encuentre y a entender lo que esto involucra porque nuestra esperanza debe estar puesta en el Señor Todopoderoso de las Sagradas Escrituras.
“2Porque por ella [la fe] alcanzaron buen testimonio los antiguos”.
Hebreos 11:2
Por otro lado, la segunda connotación se refiere a la fe objetiva como el compendio o compilación de los principios y verdades en las que creemos, un cuerpo de doctrina. A esto se refieren los siguientes pasajes:
“5…un Señor, una fe, un bautismo,…”.
Efesios 4:5
“13 …hasta que todos lleguemos a la unidad de la fe…”.
Efesios 4:13a
“3…me ha sido necesario escribiros exhortándoos
que contendáis ardientemente por
la fe que ha sido una vez dada a los santos”.
Judas 3
En muchos casos, pueden usarse ambas connotaciones, pero tanto la fe subjetiva como la fe objetiva, sólo pueden llegar por medio del conocimiento de la palabra de Dios:
“17Así que la fe es por el oír, y el oír, por la palabra de Dios”.
Romanos 10:17
La fe no depende de lo que vemos, sino de la palabra de Dios desarrollándose en nosotros, pues
“7porque por fe andamos, no por vista;...”.
2 Corintios 5:7
1 Nota del autor: No avalo, necesariamente, todos los puntos de vista doctrinales de este
autor, sino exclusivamente lo que cito.
2 Sinécdoque: Licencia retórica mediante la cual se expresa la parte por el todo.
3 Metonimia: Se designa una cosa o idea con el nombre de otra.
Fin
Continua en:
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