7. Deudas y fianzas — Parte 1 —
“8No debáis a nadie nada, sino el amaros unos a otros;...”. Romanos 13:8a
Oremos
Bendito Señor te damos gracias por permitirnos congregarnos en tu iglesia local y en tu Santo Día, hoy venimos con el objetivo de abrir la Biblia y ver que dice tu Palabra acerca de las deudas, pues es un tema que a todos concierne.
Por eso te pedimos que pongas toda nuestra comprensión en tu Palabra, para entender con claridad que dice acerca de este tema, y además trata con nuestros corazones para que podamos resistir la tentación de endeudarnos.
Danos discernimiento, permítenos ver más allá de lo superficial y corrige esas conductas pecaminosas, que no nos permiten ser unos fieles mayordomos de las riquezas de tu gracia.
En el nombre de nuestro amado Salvador, hemos orado, amén.
Introducción
Amados hermanos, esta es la primera parte de la última enseñanza de Conductas en contra de la mayordomía bíblica, en la cual estudiaremos lo que dicen las Escrituras acerca de las deudas y fianzas, las cuales son muy comunes en la actualidad.
Es muy importante que nunca olvidemos nuestro marco de referencia bíblico, pues nada de lo que estudiemos aquí debe salirse de él. No tomaremos ninguna doctrina extrabíblica, a no ser para desnudar sus falencias y entender los engaños que subyacen en ellas.
Con eso quiero recordarles que:
“16 Toda la Escritura es inspirada por Dios, y útil para enseñar, para redargüir, para corregir, para instruir en justicia, 17 a fin de que el hombre de Dios sea perfecto, enteramente preparado para toda buena obra”. 2 Timoteo 3:16-17
La suficiencia de las Escrituras aplica para todo en nuestra vida, incluso para analizar y entender el tema de las deudas, por eso es muy importante que entendamos que la Palabra de Dios es un maravilloso, por no decir milagroso, compendio de la sabiduría de Dios que no solo ilumina el Camino de Salvación a los elegidos, sino que también es una guía que nos ayuda a distinguir la verdad del error, para que nuestro testimonio durante este caminar en la tierra sea para la honra y gloria de nuestro Señor.
“Lámpara es a mis pies tu palabra, y lumbrera a mi camino”. Salmos 119:105
Por eso el objetivo del expositor bíblico debe ser trasmitir el mensaje de la sana doctrina apegándose fielmente al texto, lo que inexorablemente nos llevará a evidenciar el conflicto entre lo que las Escrituras dicen y lo que el sistema del mundo propone.
1. Deudas
La deuda está asociada a la historia del hombre, ya en el 6,000 a.C la civilización Sumeria tenía un sistema económico que contemplaba la deuda, y también podemos encontrar referencias a la deuda en la Biblia, en Levítico 25:10, que se refiere al año del jubileo con perdón de deudas y libertad a los esclavos, y está fechado en el año 1,500 a.C.
La antigua Roma era reacia a tomar deuda pública, pero la permitía entre los particulares, según las referencias históricas encontradas en textos de los siglos 4 y 5 a.C. Estos textos antiguos hablan mucho de las deudas entre particulares, y relatan las crisis resultantes, las cuales eran la causa frecuente de sediciones y discordias. El endeudamiento podía conducir a la esclavitud de la deuda, pues el deudor insolvente era condenado y adjudicado a su acreedor, que le hacía su esclavo.
En la edad media y el renacimiento las repúblicas y ciudades italianas fueron los primeros entes en emitir deudas, en 1262 la ciudad de Venecia realiza su primera emisión de deuda, es decir, la ciudad pide dinero en préstamo para sufragar sus costos de funcionamiento, con la promesa de un pago futuro.
En 1347 la ciudad de Florencia tenía una gran deuda, pero debido a los muchos conflictos con los demás estados, la ciudad multiplicó las emisiones de deuda, en otras palabras, pidió más dinero en préstamo y es aquí en donde se evidencia la perversidad de la deuda, pues con este método, poco a poco, la riqueza de la ciudad fue transferida a los más ricos, quienes eran los prestamistas. En resumen en el año 1325 los prestamistas tenían el 25% de las riquezas de la ciudad, en 1404 habían acumulado el 42%, y en 1427 hubo revueltas en la ciudad, pues ya no había dinero para reembolsar la deuda, pues los prestamistas detentaban el 86% de la riqueza, mientras que el 71% de los hogares estaba en la miseria.
Eso es lo que algunos llaman transferencias de riqueza, y uno de los métodos favoritos para hacerlo es la deuda, pero lo que realmente vemos es un robo a la clase más desfavorecida, muchas veces, con la complicidad de los gobernantes que se hacen participes de esos dineros mal habidos.
Es tan claro que la deuda significa esclavitud que John Adams (1735- 1826) Segundo presidente de Estados Unidos de America acuñó esta frase: Hay dos maneras de subyugar a un país: una es con la espada y la otra es con la deuda.
Esto es así en la economía de gran escala, pero funciona igual en la pequeña economía de nuestro bolsillo, sin embargo es un mal que parece no tener cura, pues desde siempre, y en todo el mundo se promueve el endeudamiento y la tendencia a adquirir préstamos, para casi cualquier cosa, es tan común, que para muchos, lo normal es tomar deudas, pues, según ellos, “sin endeudarse no se consigue nada”.
Pero nosotros como hijos de Dios tenemos la responsabilidad de hacer su voluntad, y para entenderla, Él nos ha dejado su Palabra, por eso nuestra obligación es escrudiñarla y entender lo que hay escrito en ella acerca de las deudas.
Les pido mucha atención pues este tema se ha convertido en un asunto polémico, por los nefastos resultados que las deudas han ocasionado en la economía, razón por la cual muchos consejeros aconsejan no endeudarse. Disculpen esta reseña histórica, pero es necesario saber a que nos referimos cuando hablamos de deudas.
Desde la perspectiva bíblica, tres versículos se relacionan íntimamente con este tema y, a pesar de que están en diferentes partes de las Sagradas Escrituras, parecieran encadenarse, uno como respuesta al otro. Ellos son:
“8No debáis a nadie nada,...”.
Romanos 13:8a
¿Por qué? Porque
“7... el que toma prestado es siervo [esclavo]
del que presta ”.
Proverbios 22:7b
Y
“24Ninguno puede servir a dos señores; porque o aborrecerá al uno y amará
al otro, o estimará al uno y menospreciará al otro. No podéis servir a Dios y a las riquezas”.
Mateo 6:24 [Lucas 16:13]
Aunque creo que para todos es claro, creo que antes de continuar es conveniente entender que significa una deuda. Según el Diccionario de la Real Academia Española (RAE), deuda es “una obligación que alguien tiene que pagar, satisfacer o reintegrar a otra persona, por lo común dinero”.
Otras acepciones de deuda son: Obligación moral contraída con alguien y una tercera es pecado, culpa u ofensa.
En el mismo sentido, en el pasaje de Romanos 13:8, la palabra en griego opheilete, (ὀφείλω ofeílo) traducida como “debáis” se refiere a “en general, ser deudor de, deber”, y es la misma palabra que usa nuestro Señor en la oración del Padre Nuestro en Mateo 6:12 “perdónanos nuestras deudas”.
Por otro lado vemos que este versículo 8, en Romanos, tiene una triple negación: no debáis a nadie nada… cosa que enfatiza una prohibición absoluta.
Cuando
encontramos en la Biblia la palabra no, debemos tener mucho
cuidado, pues un no en las Escrituras es un no, es
decir, es una prohibición explícita,
imperativa y mandatoria. Si alguien subestimara esta triple prohibición por
considerarla una interpretación literalista[1], se tendría
que enfrentar entonces a la masiva argumentación bíblica en contra de las
deudas en la cual se fundamenta tal prohibición.
Esto es de gran relevancia para entender las dos posturas o perspectivas teológicas que se han establecido en cuanto a la interpretación de estos pasajes relacionados con las deudas, aunque es obvio y sobra aclarar que la palabra de Dios tiene sólo una interpretación.
2.
Las deudas según la Biblia
I. Por un lado, están aquellos quienes dicen que la Biblia no prohíbe explícitamente las deudas y consideran que existen algunas “deudas aceptables” o “responsables”.
1) Uno de sus argumentos en relación al pasaje de Romanos 13, es que Pablo, quien era un escritor muy cuidadoso en lo que respecta a preceptos bíblicos, cuando hablaba sobre cualquier doctrina fundamental, se apoyaba en las enseñanzas del Antiguo Testamento. De esta manera, para presentar un mandato de no endeudarse, tendría que presentar primero la evidencia en contra o a favor en el Antiguo Testamento, en este caso podría ser el precepto en el cual se habla de la necesidad de un año de remisión y un año de jubileo, momento en el cual todas las deudas se perdonaban, asunto que, según ellos, controvierte la prohibición de las deudas, pues se evidencia que el pueblo de Dios las tomaba en el Antiguo Testamento. Entonces el año de remisión de deudas estaría de más, si las deudas estuvieran prohibidas.
2) Argumentan además, que el pasaje en cuestión habla más bien, de no tener “deudas pendientes con nadie” que corresponde a la traducción de la Nueva Versión Internacional (NVI), es decir, hacen un énfasis en “pendientes”, palabra que no está en el original, implicando que se debe pagar lo que se debe, pero que no se prohibe adquirir nuevas deudas.
3) Otro argumento es que dicen que este versículo se circunscribe exclusivamente al candente debate de si los cristianos debían pagar impuestos a un gobierno pagano como Roma, similar a muchos gobiernos corruptos actuales, entonces podríamos parafrasear a Pablo así: No deban nada a nadie, ni siquiera los impuestos a la Roma pagana.
4) Un cuarto argumento es que Romanos 13 es considerado un principio y no un mandamiento. Ellos dicen que la diferencia entre uno y otro radica básicamente en que un principio es una instrucción para ayudarnos a tomar decisiones inteligentes y no son absolutos. En otras palabras, un principio es una guía que nos ayuda a escoger lo mejor y a ser más sabios, pero no se considera como pecado, el no observarlo.
Los que se adhieren a estos argumentos, aseguran que las Escrituras no prohíben pedir préstamos, pero tampoco estimulan el hacerlo. Aceptan además, que el tema de las deudas se presenta en un contexto negativo y con advertencias muy fuertes acerca de su mal uso.
Con base en esto, ellos han establecido tres principios a tener en cuenta al momento de decidir endeudarse.
1) Endeudarse debe ser ocasional y cuando sea realmente necesario, es por eso que consideran que hay “deudas aceptables” , “responsables” o que “no son contrarias a la Biblia”. Quienes se apegan a estos argumentos consideran que las personas sólo podrían endeudarse por las siguientes razones:
a. Por inversiones: Deudas que resultan de los deseos de mejorar su estatus como las de educación; negocios que producen más dinero como inversiones en bienes raíces u otros y la más común, para casa propia. Ellos consideran este tipo de deuda como aceptable y, a veces, necesaria, siempre y cuando el préstamo adquirido tenga un valor menor de lo que vale la propiedad o inversión; y que el dinero que se invierta siempre produzca más, o que la cuota mensual sea más baja de lo que se pagaría por un arriendo, si es el caso de la compra de una casa.
b. Por emergencias: Como accidentes, robos, enfermedades inesperadas, pérdida de la cosecha u otros desastres naturales.
c. Por pobreza: Cuando lamentablemente los ingresos no alcanzan para cubrir un nivel mínimo para poder vivir (Lo que consecuentemente llevaría a más pobreza).
Señalan además, que esto debe ser eventual, que no debe convertirse en una costumbre y que son admisibles sólo en ciertas circunstancias. Ellos consideran que una deuda llega a ser “inaceptable” o “antibíblica” cuando es para pagar otras deudas, materiales o servicios con cuentas por pagar vencidas y cuando las deudas son ilícitas como:
d. Deudas de insensatez: Incluyen los problemas que vienen de vicios, juegos de azar, inmoralidad, excesos en lujos, de ser codeudor o fiador, entre otros. En otras palabras, deudas que vienen por quebrantar los mandamientos y/o principios de Dios.
e. Deudas por exceso:
Las que resultan de vivir con lujos o para impresionar a otros con un estilo de
vida más alto de lo que los ingresos permiten.
Incluso, existen otros casos en que las personas adquieren deudas con la meta de enriquecerse o adquirir un estatus más alto y se comprometen con cuotas por fuera de sus capacidades.
Un claro ejemplo de este tipo de deuda son los “préstamos subprime”[2] o, también llamadas hipotecas de alto riesgo, a personas con insuficiente capacidad de pago, lo que condujo a la enorme burbuja especulativa ligada a los activos inmobiliarios, uno de los causantes de la crisis financiera que comenzó a finales del siglo 20 en Estados Unidos y cuyo punto focal fueron las llamadas “hipotecas basura”.
2) Evite firmar garantías por la deuda. Una garantía por una deuda involucra generalmente, el firmar un documento en el cual uno mismo, con sus bienes, garantiza el pago de una obligación.
Así, cuando uno endosa un documento con su firma, todo lo que uno posee se convierte en garantía. Es muy común que la mayoría de las personas no se preocupen por esto cuando se endeudan para comprar una vivienda, pues consideran que el valor de ésta debe ir aumentando con los años. Sin embargo, la experiencia de miles de dueños de casas que las perdieron por múltiples causas, entre ellas el cambio de políticas bancarias en cuanto a préstamos, no solamente en los Estados Unidos y Europa, sino en diferentes países latinoamericanos como Colombia (Con el caso del UPAC —Unidad de Poder Adquisitivo Constante— que inició bien en 1972, pero que se derrumbó en 1999, momento en cual más de un millón de familias perdieron sus viviendas), muestra que esta expectativa no siempre se cumple. Además, dadas las crisis financieras cada vez más recurrentes, es casi imposible conseguir un préstamo si no se firma una garantía por la deuda.
3) No debe endeudarse a largo plazo. Hay pocas excepciones a esta regla en el mercado. La tendencia humana es ponerse bajo servidumbre para satisfacer sus deseos y los prestamistas en la actualidad ofrecen un gran abanico de posibilidades para que usted pueda satisfacerlos, pero casi siempre con opciones a largo plazo e, incluidas en éstas, los pagos diferidos de las tarjetas de crédito.
Los partidarios de esta corriente, aconsejan orar y pedir la dirección del Espíritu Santo e, incluso, acudir a sus autoridades y consejeros espirituales al momento de tomar este tipo de decisiones. Usted podrá encontrar esta posición o perspectiva que he explicado, en muchos libros de finanzas de autores cristianos, por esto al leer, usted debe pedir primeramente, la dirección del Espíritu Santo y el discernimiento frente a estos temas para identificar cuando sus consejos son más seculares que bíblicos.
II. Por otro lado, están aquellos que consideran que la Biblia si prohíbe explícitamente las deudas, los cuales consideramos que tienen bases bíblicas más sólidas y una argumentación masiva[3] en contra de las deudas. Quienes defienden esta posición también consideran que Pablo era un escritor muy cuidadoso en lo que respecta a preceptos bíblicos y que utilizó un momento crucial como una oportunidad para ir más allá del asunto y establecer una doctrina.
Ampliemos un poco el contexto de verso 8 leyendo el anterior (7) y el siguiente (9):
7 Pagad a todos lo que debéis: al que tributo, tributo; al que impuesto, impuesto; al que respeto, respeto; al que honra, honra. 8 No debáis a nadie nada, sino el amaros unos a otros; porque el que ama al prójimo, ha cumplido la ley. 9 Porque: No adulterarás, no matarás, no hurtarás, no dirás falso testimonio, no codiciarás, y cualquier otro mandamiento, en esta sentencia se resume: Amarás a tu prójimo como a ti mismo. Romanos 13:7-9
Es claro que los versículos 7 y 8 de Romanos 13 son, en su contexto, como una bisagra que une la perspectiva terrenal (financiera), haciendo referencia al debate acerca de pagarle impuestos a un gobierno pagano como Roma, con la espiritual, cuando se refiere al amaros unos a otros. Pablo pudo haber respondido simplemente: Si, debemos pagar los impuestos a Roma, como lo respondió Jesús en la descripción de Mateo 22:21b: “Dad, pues, al César lo que es del César y a Dios lo que es de Dios”.
Y en ese mismo sentido, guiado por el Espíritu Santo, Pablo trasciende las fronteras de Roma y establece una doctrina para todo tiempo. Y en la mitad de ambos versículos, pasa de un contexto meramente pecuniario (hace referencia a todo lo relacionado con el dinero) y material o financiero (impuestos u objetos); y amplía el espectro a lo espiritual (el amor, el respeto), abarcando cualquier cosa que implicara deberle algo a alguien.
Este pasaje señala, evidentemente, un imperativo fundado en la palabra No, que se fortalece con las otras palabras de prohibición que éste versículo involucra: Nada y nadie (según el original griego éstas son palabras de prohibición explícita) y declaran claramente y sin rodeos la única y exclusiva excepción: “sino el amaros los unos a los otros”, “porque nunca se debe dejar de amar y la deuda del amor nunca puede ser pagada”.
El Comentario Bíblico de Matthew Henry (1662-1714) dice: “...El Apóstol exhorta a los creyentes de Roma [y a todos los creyentes de todos los tiempos] a no deber nada a nadie (v.8), es decir, a no dejar ninguna deuda [de cualquier clase] sin pagar, a no ser el amar unos a otros,...” (Henry, 1999, 1597). Los partidarios de esta postura consideran que la mejor forma de cumplir este mandato es no adquirir deudas, no sólo pagar las deudas “pendientes” (NVI). Más aun cuando el mismo Matthew Henry escribe acerca de que “muchos de los que son muy sensibles (proclives) a los problemas, piensan poco del pecado de endeudarse”.
Un segundo argumento es que la Biblia no menciona que existan “deudas aceptables” (“responsables”) o “deudas inaceptables”. Las Sagradas Escrituras no registran tal cosa o clasificación de deudas y éstas tienen siempre una connotación negativa. Más bien, esta clasificación la han establecido algunos intérpretes como un salvoconducto para hacer realidad los propios deseos o desde una óptica situacional, pues por la naturaleza pecaminosa, el hombre tiende a justificarse y a acomodar la Palabra a su situación, sobretodo en estos tiempos con la influencia de la posmodernidad y su “pragmatismo” rampante que ha permeado nuestras mentes llevándonos a evaluar las situaciones y prácticas por su éxito y sus resultados y no por su fundamento bíblico, pero las deudas no son un asunto “subjetivo” en las Escrituras, pues están claramente definidas en su aspecto negativo… leamos el último versículo de Romanos 13:
“14 …vestíos del Señor Jesucristo, y no proveáis para los deseos de la carne”. Romanos 13:14
Tenga en cuenta que por lo general se toma una deuda para proveer para los deseos de la carne, y se nos olvida que tenemos la promesa del Señor que nos proveerá de lo necesario.
Otro argumento es que al escribir este pasaje, Pablo, como generalmente lo hacía al establecer una doctrina fundamental (a menos que Cristo la hubiera abrogado), se alinea con el sentido ordenado en el Antiguo Testamento, que dice que la bendición llega por la obediencia a los mandamientos de Dios y considera el estar “libres de deudas” en un contexto de bendición.
“12 Te abrirá Jehová su buen tesoro, el cielo, para enviar la lluvia a tu tierra en su tiempo, y para bendecir toda obra de tus manos. Y prestarás a muchas naciones, y tú no pedirás prestado”. Deuteronomio 28:12
Mientras que ser deudor está expuesto en Deuteronomio 28, en un contexto de maldición a causa de la desobediencia.
“43El extranjero que estará en medio de ti se elevará sobre ti muy alto, y tú descenderás muy abajo. 44Él te prestará a ti, y tú no le prestarás a él [tú serás su deudor]; él será por cabeza, y tú serás por cola.”. Deuteronomio 28:43-44
Estos textos podemos verlos desde el concepto de bendición y maldición, pues es evidente que la libertad de deudas en el verso 12 está relacionado con las bendiciones que siguen del verso 13 en adelante:
“13 Te pondrá Jehová por cabeza, y no por cola; y estarás encima solamente, y no estarás debajo, si obedecieres los mandamientos de Jehová tu Dios, que yo te ordeno hoy, para que los guardes y cumplas”. Deuteronomio 28:13
Mientras que la deuda señalada en el verso 44 está relacionada con las maldiciones que siguen del verso 45 en adelante:
“45 Y vendrán sobre ti todas estas maldiciones, y te perseguirán, y te alcanzarán hasta que perezcas”. Deuteronomio 28:45
Sabemos que lo creyentes ya no estamos bajo maldición, pero ¿con quiénes queremos ser identificados? ¿Queremos estar alineados, con la voluntad de Dios o con la nuestra? ¿Qué es lo que nos conviene? ¿Dónde está la mayor sabiduría... en complacernos a nosotros o a Dios? Ante este argumento, muchos se preguntan ¿por qué no debemos pedir prestado, pero si podemos poner a otros en servidumbre financiera y en maldición prestándoles?
Esa es una pregunta basada en un error, pues la voluntad del Señor es que sus hijos no estén bajo maldición, y cuando dice “prestarás a muchas naciones” se refiere a que tendrán abundancia, lo que les permitirá ser generosos, eso lo comprobamos en Éxodo 22:25, en donde el Señor dice:
“25 Cuando prestares dinero a uno de mi pueblo, al pobre que está contigo, no te portarás con él como logrero, ni le impondrás usura”. Éxodo 22:25
O como se traduce en la versión La Biblia de las Américas:
“25 Si prestas dinero a mi pueblo, a los pobres entre vosotros, no serás usurero con él; no le cobrarás interés”. Éxodo 22:25 (LBLA)
Este “préstamo” se entiende como la ayuda a un hermano necesitado, pues Dios desea bendecir a su pueblo obediente de tal manera que la abundancia de unos suplan la escasez de otros, para que haya igualdad (2 Corintios 8:14), y así los que dan generosamente entenderán las palabras del Señor Jesús, que dijo: Más bienaventurado es dar que recibir (Hechos 20:35).
Como nos explicó el pastor Alonso Valencia en la exposición del Salmo 112: Cuando damos con generosidad nos parecemos a Dios, es decir, cuando no lo hacemos como un prestamista que espera que cada día se sumen intereses al capital prestado, sino que con amor prestamos ayuda al necesitado sin esperar nada a cambio. Ese tipo de préstamo está totalmente avalado por la Biblia.
Y como Dios conocía del duro corazón del hombre, por su naturaleza pecaminosa, además de prohibir los prestamos con interés, también instituyó, el año de remisión de deudas, de tal manera que las deudas quedaban eliminadas cada 7 años. Así protegía el corazón del deudor y del acreedor.
Por eso es necesario entender que después de la Caída, el hombre sufre la Depravación total[4], que lo inclina a la esclavitud, en este caso la de las deudas, es por eso que las deudas y como tratarlas son mencionadas en la Biblia, pero usar este argumento para querer demostrar que las Escrituras avalan las deudas, es como decir que la Biblia respalda la esclavitud porque la menciona y da instrucciones de cómo deben comportarse tanto los amos como los esclavos, cuando en su contexto global desaprueba ambas, tanto las deudas como la esclavitud.
Además de esto, son una de las principales conductas en contra de la fiel mayordomía bíblica porque, ¡nadie que está endeudado financieramente, puede vivir en plenitud la libertad que Cristo nos dio por el precio invaluable de su sangre!
Y esta perdida de libertad no solo se presenta a nivel individual, solo basta con revisar las noticias para ver como las naciones son esclavizadas como consecuencia de las deudas, en estos tiempos, para que acepten el globalismo por medio de la perversa agenda 2030, y aunque no lo quieran, están obligados a legalizar pecados como el aborto, la agenda LGBT+, la eutanasia, entre otras aberraciones, entregando así la soberanía de cada país, de tal manera que se cumple lo dicho por el Señor en Proverbios 22:7.
De esta manera confirmamos que la Palabra de Dios es verdad y se aplica en todos los niveles, desde la pequeña economía doméstica, hasta las grandes finanzas de una nación. Una persona endeudada no tiene libertad y un país endeudado no tiene independencia.
Finalmente, exhortamos al creyente a escudriñar y observar detenida y completamente las Escrituras. Esta mirada panorámica le permitirá descubrir que la Biblia no registra ningún caso en que Dios haya mandado o siquiera dado la opción de endeudarse, a los hombres elegidos por Él para cumplir las misiones épicas que les encomendó: Noé no obtuvo un préstamo para construir el arca; Abraham no se endeudó para salir de su tierra, Jacob no consiguió su ganado endeudándose; Moisés no prestó dinero para sacar al pueblo de Egipto ni para construir el Tabernáculo; David no pidió prestado para construir el templo, más bien ahorró e hizo provisión de materiales para que su hijo Salomón lo construyera, no hubo deuda en la época de Esdras y Nehemías para reconstruir las murallas ni el templo luego del exilio y Pablo no pidió prestado para sus viajes misioneros.
Y aunque la deuda ya era usada en los tiempos bíblicos, no hay evidencia de que Dios hubiera utilizado esta opción o que algún suceso narrado en las Escrituras, nos lleve a pensar que las deudas, aún las que algunos consideran “aceptables” o “responsables” estuvieran en su santa Voluntad. La argumentación masiva (es decir, lo claro e históricamente masivo debe iluminar lo oscuro, no al revés) y los testimonios bíblicos nos muestran contundentemente que ¡la respuesta de Dios nunca es una deuda!
Entonces si nos consideramos cristianos reformados y bíblicos y aceptamos como cierta la “Suficiencia de las Escrituras” y por lo tanto, queremos vivir bajo los preceptos que Dios ordena en su Palabra, tenemos que ver las deudas como una maldición, como algo que no está dentro del plan de Dios para sus hijos, así que cuidado hermanos, pues la Biblia dice que es pecado conocer la voluntad de Dios y no hacerla.
“17 y al que sabe hacer lo bueno, y no lo hace, le es pecado”. Santiago 4:17
También podemos decir que quienes aprueban o toman deudas sabiendo que no es la voluntad de Dios para nosotros y que, por lo tanto, no las avala en su Palabra, están afirmando con sus hechos que no creen en la Suficiencia de las Escrituras.
Llamado
a seguir a Cristo
Puede que tu estés libre de deudas económicas, que como dice Pablo no le debas a nadie nada, pero si no has tenido un verdadero arrepentimiento y no tienes una fe en Cristo como tu único y suficiente Salvador, entonces tienes una grandísima deuda con Dios y no tienes ninguna posibilidad de pagarla, esa deuda de pecado no la podrás pagar ni siquiera pasando una eternidad en el infierno de fuego y azufre, pues sin Cristo estás en bancarrota espiritual. Pero el Señor te dice:
“14 Si se humillare mi pueblo, sobre el cual mi nombre es invocado, y oraren, y buscaren mi rostro, y se convirtieren de sus malos caminos; entonces yo oiré desde los cielos, y perdonaré sus pecados, y sanaré su tierra”. 2 Crónicas 7:14
Amigo, la mano está extendida, arrepiéntete de tus pecados, revisa tu corazón, humíllate y busca el rostro del Señor de tal manera que recibas el perdón de Cristo, quien es el Único que puede limpiar tus pecados, reflexiona en eso, busca al Señor y pídele que te convierta en un hombre nuevo.
Conclusión
Esta enseñanza hemos visto que entre los creyentes hay dos posiciones con respecto a las deudas, gran parte de ellos piensan que la Biblia no las prohibe expresamente, y eso les da licencia para tomar deudas, aunque si advierten que debe ser tomadas con precauciones. Por otro lado hay pequeño grupo de cristianos que hemos entendido que además de la clara instrucción de Pablo en Romanos 13:8 “No debáis a nadie nada”, hay en la Biblia una argumentación masiva que en contra de la deuda, pues esta siempre está asociada a esclavitud o maldición, no encontramos nada bueno relacionado con las deudas en la Biblia.
“15 Pues no habéis recibido el espíritu de esclavitud…” Romanos 8:15
Entendemos entonces, las deudas como una conducta en contra del carácter de un fiel mayordomo del Señor, pues quien toma una deuda por un lado muestra insatisfacción ante los designios de Dios y por otro lado termina trabajando para poder pagar las deudas, y pierde así la libertad para poder ayudar con mayor abundancia a sus hermanos, en otras palabras, quien tiene deudas estará limitado para actuar con libertad para el avance del Reino de Dios.
Si
esto te ha tomado por sorpresa, y esto te trae angustia y aflicción, pues
tienes deudas o planeas tenerlas, recuerda que el Señor cuida de sus hijos, y
que nosotros podemos clamar a Él
por ayuda, entrega este problema en sus manos y ora para que te ayude a salir
de esa situación pecaminosa, y esfuérzate
para salir de deudas, y confía en el Señor que Él
hará.
Legado
para mis hijos
Advierte a tu familia de no caer en la trampa de las deudas, anímalos a comprar de contado, y estimula en ellos el ahorro, pues la manera legítima de adquirir algo bíblicamente, es a través del trabajo, el ahorro y las ofrendas.
Con la oración, el ahorro y la planificación el Señor moldea el carácter de los niños por medio del esfuerzo, la perseverancia y la paciencia, pero pocas veces lo hace través de la autoindulgencia de una deuda para adquirir las cosas de inmediato.
Debemos tener mucho cuidado, pues nuestros hijos siempre están a la espera de nuestras instrucciones, pero más que eso, están atentos a cómo actuamos y procedemos, y ese finalmente es el ejemplo que ellos seguirán.
Oremos
Amado Padre celestial, Tú has abierto tu Palabra para nosotros, nos has mostrado que la deuda es una esclavitud, y que Tú nos has librado de toda esclavitud por medio de la sangre de Jesús, ayúdanos a permanecer en esa libertad que nos has dado.
Señor sabemos que eres bueno, que respaldas a quien de corazón quire dejar el pecado, por eso te pedimos que ayudes a nuestros hermanos endeudados, que ante todo pongas en cada uno de ellos el odio hacia la deuda, y que ellos de corazón entiendan que es un pecado en contra de tu amor, pues desprecian la provisión que Tú les das pues les parece insuficiente.
También pedimos que los ayudes, pues seguramente no encontrarán una solución fácil para salir de la esclavitud de las deudas, ayúdalos Señor y guíalos hasta que lleguen a la libertad.
Bendice Padre esta, tu iglesia local, bendice a cada uno de sus miembros, y danos el gozo de ver como nuestros familiares, amigos y vecinos son trasformados por tu Santo Espíritu, llamados a tu reino y empezando a conocer el amor de Cristo.
Como
siempre te pedimos Señor que perdones nuestras deudas y nos des amor y sabiduría
para perdonar a nuestros deudores. Todo te lo pedimos en el nombre de nuestro
amado Salvador Jesucristo. Amén.
Fuentes de
consulta
Endeudamiento
privado y abolición de las deudas en la Roma antigua
https://www.cadtm.org/Endeudamiento-privado-y-abolicion
Deuda.
https://es.wikipedia.org/wiki/Deuda
Crisis de las hipotecas subprime
https://es.wikipedia.org/wiki/Crisis_de_las_hipotecas_subprime
[1] interpretación literalista — es una forma de análisis textual que busca entender el significado de
las palabras de manera estricta y literal, sin considerar el contexto y la
intención del autor.
[2] crédito subprime — un tipo de préstamo que se le hace a alguien que tiene una débil
o difícil historial crediticio.
[3] argumentación masiva — proceso de razonamiento que presenta gran
cantidad de evidencias, datos y argumentos que defienden con claridad una
posición y se caracteriza por presentar una estructura lógica a favor de la
idea que se defiende.
[4] Depravación
total - Por el pecado, “nuestros
primeros padres cayeron de su justicia y rectitud original y de su comunión con
Dios, y nosotros en ellos, por lo que la muerte sobrevino a todos; viniendo a
estar todos los hombres muertos en pecado, y totalmente corrompidos en todas las
facultades y partes del alma y del cuerpo… siendo ahora concebidos en pecado, y
por naturaleza hijos de ira, siervos del pecado sujetos a la muerte y a todas
las demás desgracias — espirituales, temporales y eternas — a no ser que el Señor
Jesús los libere. De esta corrupción original por lo cual estamos completamente
indispuestos, incapacitados y opuestos a todo bien y enteramente inclinados a
todo mal, proceden todas las transgresiones”. Extractos del Capítulo 6 de la Confesión de Fe de
Londres. De la Caída del hombre, del pecado y su castigo.
Comentarios
Publicar un comentario